Ha pasado ya un año desde nuestra última entrada, que desastre como pasa el tiempo!!
Múltiples cosas han cambiado en este tiempo y una de ellas os la contaré hoy con un poco de detalle: Italia.
Por cuestiones de trabajo y/o falta de trabajo, depende como se mire, hace unos meses cogimos la maleta y nos vinimos Jordi y yo para Isernia, Italia. Isernia es una pequeña ciudad situada a los pies de los apeninos y rodeada de preciosas montañas y parques naturales. Aquí en la Universidad degli Studi del Molise, estoy realizando una post-doctoral con el Profesor G. Ranalli que durará dos años.
Como consecuencia de mi "exilio" tuve que dejar nuestro precioso y fructífero huerto de Carpesa, pero, como bien sabéis las "hortelanas" una vez tienes un huerto ya no lo puedes vivir sin el!! ya todas las verduras que no has cultivado tú no te saben a nada y no solo eso, te da mal rollo de dónde vienen y cómo habrán sido cultivadas, por mucho que busques biológicas...Así que Jordi y yo nos convencimos que lo mejor era alquilar una casa con un terreno cerca donde tener nuestro huertecito, y ya que estábamos ¿porqué no unas gallinas y así tenemos nuestros propios huevos?
Por suerte hemos encontrado nuestro "sueño", una preciosa casa independiente con un grandísimo terreno:
Teniendo la suerte de que justo al lado de casa hay dos gallineros de la vecina María (una encantadora "contadina" que lleva trabajando la tierra desde los 7 años!!), uno grande y lleno de gallinas y uno pequeño y vacío. Amablemente le pedimos a la vecina si nos lo dejaba para tener un par de gallinas y ella encantada nos dijo que si. Lo limpiamos, contruímos una casita para las noches frías, compramos un bebedero, pusimos un par de palos para que pudieran subir las gallinas y compramos dos preciosas gallinas (5€ cada una).
Las tenemos desde hace un mes y se llaman "Gea" y "Muro" en honor a nuestros respectivos pueblos, son super graciosas, picotean sin parar, nos hacen bastante caso y siempre quieren estar con nosotros. Todavía no han puesto huevos pero creo que están al caer...
También, construimos un compost con palés viejos que nos dieron en una tienda, con la intención de poder recuperar todos los restos del huerto y de la basura orgánica de casa y así el invierno que viene abonar el huerto con nuestro propio compost orgánico, y la verdad es que va genial! y uno se siente muy bien no desperdiciando la nutritiva materia orgánica que cada día uno tira a la basura. Aunque he descubierto hace poco que en Valencia hay una importante empresa que se encarga de compostar la mayoría de la basura orgánica generada por los ciudadanos valencianos para hacer compost que vende a los agricultores. Pero "hand made" siempre es mejor no?
Y por último, pero no menos importante: nuestro huerto. Del gran terreno de la casa lleno de olivos y otros frutales (higuera, nogales, cerezos, níspero,...) seleccionamos un trozo de unos 80 metros cuadrados y conseguimos que un tractor nos moviera la tierra primero (por que hacia unos 30 años que nadie lo cultivaba y estaba muy compactada), luego un vecino, Livio, nos paso el rotovator, y por último cogimos la azada y le dimos forma a los caballones. Instalamos el riego por goteo y empezamos a plantar: tomates, maíz, melones, calabacines, pepinos, lechugas, calabazas, fresas, cebolla, zanahorias, puerros, pimientos, aromáticas...
Como podéis ver en las imágenes, el huerto va viento en popa, por una parte debido al hecho de que hace muchos años que nadie lo cultiva y por otro lado gracias al abono de caca de cabra que nos dio la vecina María de su cabra y que añadimos al principio. Mirar que mona nuestra fuente de abono orgánico:
Al rededor de parte del huerto hemos tenido que poner una especie de red para que las gallinas no entren por que como siempre quieren estar a nuestro lado se meten en el huerto y nos picotean las verduritas!!!
Y bueno, más o menos ésto es lo que os quería contar, espero que os haya gustado la entrada, os mantendré al corriente de nuestras novedades en nuestra nueva vida rural italiana.
Un abrazo a todos
Pili