Después de casi un mes desaparecidas, volvemos al huerto con ilusiones renovadas. ¡Hoy tocan los tomates! Se nos hace la boca agua de solo pensarlo... y como si con eso no fuera suficiente motivación, cuando nos vamos acercando a nuestra pequeña parcela, descubrimos encantadas que ya han empezado a asomar sus naricillas hojiles las espinacas, las acelgas, las zanahorias y los ajos. ¿No es genial? parece cosa de magia...
Bien, pero lo primero es lo primero, así que instalamos el riego por goteo en los bancales 3 y 4 y aprovechamos para desbrozar los lindes del huerto.
Después de esto y previa explicación de Vicent, nuestro asesor particular, sembramos un total de 25 plantones de tomateras de 3 variedades diferentes en el 3er bancal, dejando un hueco en el mismo para una posterior siembra de 5 tomateras de “cirera negra” (variedad parecida al cherry). Los plantones se plantan a una distancia de 40 cm cada uno, siguiendo el proceso de siembra que Ana ya nos explicó para los plantones (ver entradas del 8 de abril). En el 4º bancal sembramos 5 semillas de calabacín donadas por Vicent. Hacemos 2 agujeros muy pequeños en medio del bancal, echamos las semillas, 2 en uno y 3 en otro, tapamos ligeramente con un poco de tierra y regamos abundantemente.
Así pues, después de las tareas de siembra, los bancales quedan de la siguiente manera:
3er Bancal:
Fila 2: 10 tomateras “masclet valencià” + (hueco para 5 tomateras “cireres negres”).
4º Bancal:
¡Pero nuestro trabajo agrícola no acaba por hoy! vamos a probar que tal les sienta a nuestras hortalizas un poco de calorcito extra. La idea es cubrir las tomateras de la primera fila con una manta térmica, que en principio acelerará el crecimiento y las protegerá de las bajas temperaturas. El proceso es bastante sencillo: clavamos a lo largo de la fila 6 alambres de manera que queden equidistantes y formando un arco. Cubrimos con la manta térmica (el tejido me recuerda al de los gorritos de quirófano desechables) estirándola todo lo posible para que quede tensada sobre los arcos de alambre y sujetamos al suelo con piedras y tierra.
Por otro lado pero algo menos sofisticado, también vamos a suministrar calor extra a nuestros futuros calabacines con unas garrafas de agua que harán de invernadero. Para ello recortamos su base y las clavamos un poco en la tierra justo donde hemos puesto las semillas. No hay que olvidar quitar el tapón de la garrafa pues hay que dejarlas respirar.
La foto del resultado final han quedado un poco oscura, lo que da fe de nuestra larga jornada de trabajo ;P ¡Sin duda un día bien aprovechado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario